
¿Habéis visto el ojo de Dios? El Observatorio Europeo Austral emplazado en Chile y considerado uno de los más importantes del mundo, ha captado una imagen espectacular de la nebulosa Helix o NGC 7293, también llamada "el ojo de Dios". (La nacion)
Se encuentra a 700 años luz de la Tierra y mide dos años luz, poco menos de 20 billones de kilómetros.
A pesar de la espectacularidad de la imagen telescópica, de su gran tamaño (cubre un área del cielo igual al ocupado por un cuarto de la Luna llena) y de su forma de ojo, el órgano visual humano no pueda verla fácilmente.
Todos estos misterios, fenómenos naturales, descubrimientos científicos, nos deberían llevar a pensar que no somos nada, absolutamente nada, en el Universo en el que vivimos. Somos tan insigificantes que ni siquiera podemos ver ese ojo que parece verlo todo. Y aún así, nos obstinamos por hacer prevalecer nuestra voluntad y opinión, nuestros criterios, nuestros puntos de vista, pero no para defenderlos razonadamente, argumentando y considerando los argumentos contrarios como válidos, sino descalificando los ajenos para seguir aferrados a los propios, como si la vida nos fuera en ellos.
Y la verdad es que no sabemos nada o muy poco. Construimos sobre bases de arena que nos obligan a replantearnos continuamente nuestro proyecto. Cada día surge un nuevo elemento que nos hace redimensionar nuestras tareas, nuestros objetivos.
Vivimos en continuo proceso de cambio y experimentación, y lo que sobran son mentes inflexibles, demasiado seguras de sí mismas, que abanderan la calidad, porque esos líderes no sabrán adaptarse al cambio, seguirán aferrados a lo que saben hacer y les da seguridad, y despreciarán lo desconocido sencillamente porque lo temen, les incomoda.
A la vista de la nebulosa Ojo de Dios, lo que sabemos es una miseria en relación a lo que desconocemos. Y para no temer lo desconocido debemos ser curiosos, aventureros, flexibles, generosos y estar dispuestos a modificar nuestros planteamientos iniciales.