Y este fín de semana (8 de abril de 2007) leo en infoempleo un artículo sobre las nuevas sedes empresariales (de Lucía Bazán, en pág. 6) y los principios que rigen la contrucción de estos nuevos edificios y que tambien pueden aplicarse a un edificio de bibliotecas, como lugares de trabajo de equipos de personas.
La digitalización de la información y la conectividad, desde cualquier lugar y momento, sumadas a una política de mesas límpias que elimina el papel como soporte, posibilita que los empleados no tengan espacios asignados, solo salas para todos adaptadas a las actividades de cada momento.
Esto es posible pero aún queda mucho por hacer (desvincularnos del papel es muy dificil), hay que modificar los hábitos de trabajo hacía otros modelos más flexibles y dinámicos, que nos deliguen de planteamientos tradicionales, estáticos y vinculados a un único cubículo laboral: la mesa deja de ser el elemento definitorio y en su lugar es el equipamiento o el uso de los recursos lo que determina cada puesto de trabajo.
Con esto se consigue crear un entorno de trabajo que favorece el intercambio de conocimientos, la sinergia entre las diferentes actividades, compartir las experiencias acumuladas en los distinto proyectos y mejorar la eficacia y la productividad.
Se están creando espacios abiertos, pensados para facilitar la comunicación y compartir la información, que da lugar a un entorno fluido y flexible, adaptado a las necesidades de cada momento y que facilita la colaboración y el trabajo en equipo.
El artículo presenta tambien una tipología de los espacios interiores, dividiendolos en: zonas abiertas (áreas de trabajo compartidas), cerrados (despachos y salas de reunión), de servicios (aseos, reprografía, café, etc.), de valor añadido (complementarios a los puestos tradicionales) y compartidos (recepción, salas de exposiciones, etc.)
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